modelo de Familia delegante.
¿Cómo se forma?
La pareja, nada más formada, no desarrolla un sistema autónomo de vida, sino que se inserta en un contexto de relaciones familiares fuertemente estructurado: el de la familia de origen de uno de los dos cónyuges. Pueden escoger la cohabitación o bien pueden mantener una cierta distancia física, aunque con un intercambio de favores cotidiano (invitación a comer, a cenar, ayuda en las tareas domésticas…)
Sin embargo, con una coartada de cobertura por motivos igualmente válidos (hijos únicos, padres viudos, ausencias por trabajo, problemas económicos, de salud o de trabajo) el matrimonio no se convierte en la ocasión de oro para desvincularse de los propios padres, sino que todo se resuelve con la adopción de un nuevo hijo.
De esta forma el matrimonio no consigue realizar el momento de la emancipación.
En estas familias la manera que parece más sencilla para mantener el equilibrio y la paz es la de dar el timón a la suegra, tanto para la organización de la casa como para el cuidado de los nietos.
Este modelo de delegar de tareas educativas parece muy cómodo cuando los hijos son muy pequeños y dependen totalmente del que los cuida. Los problemas llegan a medida que los hijos crecen y requieren necesidades diferentes. El niño, o el muchacho, se encuentra que tiene 3 o 4 padres, cada uno de ellos deseoso de ser el predilecto y que compiten en consentir sus demandas para ver realizadas las propias necesidades educativas.
Si se crea esta competición, el nieto puede entender que la mejor estrategia es la de buscar cada vez quien le diga que si, pero terminan por no darles ninguna regla, que les oriente y limite su poder de obtener todo lo que quieren, alimentando su desorientación y su sentido de omnipotencia. Ya que los abuelos pertenecen a una generación superada, y por tanto, no son modelos deseables: los padres, que son incapaces, por agradecimiento o incapacidad de hacer valer sus ideas, resultan débiles, poco asertivos y, por lo tanto, poco convincentes como guías en los que confiar en momentos de necesidad.
Modalidades comunicativas.
A menudo los gestos, las expresiones de la cara, los tonos de voz, contradicen todo lo que se dice con palabras, es decir, los mensajes no verbales contradicen a los verbales ya que para mantener la paz y la armonía puede ser arriesgado decir lo que se piensa.
El desacuerdo se transmite con expresiones de la cara, gestos, de resignación, ojos al cielo, tonos de voz irritados, guiños a la espalda de quien, en aquel momento, no se le puede llevar la contraria.
También intentos de esconder hechos, ideas, sentimientos, con mutismos y finalmente mentiras.
Las relaciones.
Las relaciones fluctúan: cuando están todos presentes se hace inestable la diferencia entre hijos y nietos, y se crea una especie de hermandad cómplice entre neo-padres e hijos, que , sin embargo, se rompe en ausencia de los abuelos, con la pretensión de colocar a la última generación en el peldaño más bajo que le corresponde.
Los abuelos con relación a los nietos, se suelen sentir particularmente responsable con cuanto a su integridad física y tienden a expresar su ansiedad-miedo respecto a nuevas experiencias, o en salidas en ausencia de los padres. Esto a la larga en la adolescencia puede crear malhumor y tensión en las relaciones entre abuelos y adolescentes con formas de falta de respeto.
Los padres con la coartada de la presencia de los abuelos, pueden tender a estar poco presentes para evitar continuas discusiones.
Las reglas.
1.- Somos y tenemos que ser una gran familia.
2.- Seréis siempre nuestros hijos y las antiguas leyes que están vigente en la familia continuarán válidad.
3.- Aceptamos la convivencia y ahora somos autónomos y también nosotros podemos dictar leyes.
4.- Cuentan el progreso, los nuevos conocimientos, la tecnología (de los neo- padres y de los nietos)
5.- Cuentan la experiencia, la ancianidad y la sabiduría (de los abuelos).
¿Qué significados emergen?
Problemas que surgen.